Instrucciones para empezar el cambio

martes, 25 de noviembre de 2008

Cuando uno le teme a la vida suele dejar que esta viva y viva sin enfrentarse al filo de ninguna espada, ni de ninguna pared; porque claro “me funciona”. Que pasa si yo te encontrara sobre las huellas que nunca marcaste bien pero que sin embargo nada ni nadie pudo borrar; te darás cuenta que el mar tiene un sonido y ese sonido se irá incrementando, y cada vez más fuerte, el viento soplará también en sentido contrario de aquel pescador que pesca sin parar, y es que al otro extremo se encuentra este otro pescador que no tiene carnada. Tendrás que tomar una decisión, para meter el cambio siempre se necesita pisar el embrague, ya verás cual pie usas, lo importante es que lo uses.

Abrirás tu “walking-closet” una mañana de agosto y caminando hasta el final del largo pero estrecho río, te detendrás y buscarás muy en el fondo, pues detrás de aquellos zapatos hongueados que presenciaron momentos de ternura sabes que encontrarás un “Jean”, uno que perdió su apelativo de azul cuando lo olvidaste frente a tus ojos nublados de rebosante burguesía. Al extenderlos oirás las voces de aquellos entes a los cuales ignoraste por años. Lo mirarás veintitrés veces y no entenderás como es que dentro de esas diez letras nunca serán suficientes las miradas; esperarás tres minutos antes de que algún gallo te entumezca el tímpano y entonces te darás cuenta de los años que perdiste. Justo a tu derecha el televisor prendido alertará la hora del francés recién horneado mientras muere el amor de algún alma que para ti no existe, no aún.

Paso siguiente tomarás lo que pensabas era tuyo minutos atrás y recién lo convertirás en parte tuya, una parte nueva, como un perro cuando muerde su cola. En el instante en que aquel sonido estruendoso que emite la cocina recomienda velocidad, tú ya habrás amalgamado aquella nueva parte tuya a lo que siempre fuiste, será el cambio perfecto para acercarse al ocaso de tu nueva vida, la cual compartirás con el parque que alguna ves necesitó de tu inocencia. Agradecerás al ostentoso vaso de cristal sobre tu cabeza, y mirándolo sabrás que un nuevo día comenzó, un día que te espera, uno que afrontarás orgulloso de tu nuevamente nuevo a “jean” azul.


Sebastián Oballe N.

Jesús Diez A

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